El problema de las inversiones y el alcance de su realización para que aumente el valor es una discusión que no se ha resuelto desde antaño, por ejemplo, Coase (1937) indicó que el crecimiento de las empresas era una cuestión no determinística, más bien, parte del azar. Por otro lado, la ley de Gibrat (1931) ha sido controversial hasta el día de hoy. Se piensa que la “mano invisible de los gerentes de empresas” reemplazó la “mano invisible de Adam Smith” (Hobsbawn, 2014). Prueba de ello, es el fracaso de las ideas de Fama y French (1965, 1970, 1991) respecto a los mercados eficientes, cuyas conclusiones han sido refutadas por la presencia de los llamados «mercados incompletos», o bien, por las actuaciones de los monopolios, o la existencia de burbujas financieras.
Los problemas de la manipulación de la información para afectar los mercados, indicados por Knight (1921), coincide con los resultados que no validan el método de la q de Tobin, tal como lo indica Morgado y Pintado (2001) en su interesante estudio de la sobreinversión y infrainversión. Estos investigadores comentan que, cito textual:
“En empresas muy endeudadas y con elevada probabilidad de quiebra, los propietarios podrán tener incentivos a invertir en proyectos con mayor riesgo de lo planteado inicialmente en las condiciones de préstamo, aprovechándose de su responsabilidad limitada, en base a la cual no habrá simetría entre las ganancias y pérdidas potenciales […]. Estamos ante el conocido problema de “sustitución de activos”.” (p.6)
En este sentido, las empresas con una alta probabilidad de quiebra, también, categorizan sus proyectos sobre la base del período de recuperación del flujo de caja, de modo que mejore el free cash flow. Estos proyectos, aunque podrían presentar menor VAN, son inversiones con mayor probabilidad de bancarizar por su plazo y riesgos más acotados. Este criterio disminuye la cartera de riesgos de la empresa, sobre todo si está al borde de la bancarrota. Sin duda, que dependerá de otros factores, como la tangibilidad, reputación, tamaño, edad, financiamientos internos del grupo, entre otros determinantes.
El problema de financiamiento de las inversiones, tiene variadas composiciones de costos. En este sentido, la deuda enfrentan costos de señalización y problemas de selección adversa, ya sea, por falta de la sincronización de las señales informacionales hacia los agentes del mercado, o bien, por el costo de transacción. En este sentido, la literatura indica que cuando el costo de selección adversa de anunciar la emisión de deuda o acciones es igual a cero, entonces, la empresa podrá indistintamente emitir, sin efectos en el precio de la acción. La recomendación para la empresa es emitir acciones, de modo de mejorar la relación deuda/patrimonio, con el fin de preparar en un futuro próximo la adquisición de deuda o emisión de bonos, dentro de la dinámica de la señalización, selección adversa y un agente “bien comportado”.
Por tanto, la relación entre las inversiones y el free cash flow presenta diferentes relaciones sobre la base de estos costos, en este sentido, el modelo presentado por Morgado y Pintado no contempla este efecto. Sin duda, y también referido en la literatura desde antes de Holmstrom (1989), manifiestan que esos modelos son altamente complejos, lo que concuerda De Scheemaekere (2009).
En cuanto a la mención en el texto de Modigliani y Miller (1958) y los mercados perfecto, las evidencias presentadas por Morgado y Pintado (2001) son muy interesantes también, si se contrastan con la proposición 2 de MM, puesto que el accionista prefiere endeudar la empresa para monitorear al agente, lo que es incomprensible para la proposición 2, ya que, en el mercado imperfecto, este accionista no incrementa su tasa de retorno exigida al flujo futuro ante el riesgo financiero de esa deuda. Más bien, parece ser que las pérdidas residuales son mayores al costo marginal del retorno exigido.
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Con todo, es interesante la conclusión que evidencia Morgado y Pintado en su estudio. Para su validez definitiva sería pertinente analizar otras bases de datos, con la misma metodología y ecuaciones, de modo de contrastar dichas conclusiones, con la buena fortuna de encontrar un patrón general en los datos empíricos. Esto es también para evitar el efecto post factum (Merton, R. 2010).
En conclusión, cuando el agente está interesado en ejecutar proyectos con VAN menor a cero implica una sobreinversión. Por el contrario, si no ejecuta proyectos con VAN mayor a cero implica una infrainversión.
Referencias
Coase, R. (1937). The nature of the firm. London School of Economics .
De Scheemaekere, X. (2009). The epistemology of moderm finance. The Journal of Philosophical Economics, II(2), 99-120.
Holmstrom, B. R. (1989). The theory of the firm. Handbook of industrial organization, 61-133.
Knight, F. (1921). Risk, Uncertainty and Profit. (First Edition ed.). Cambridge: Hart, Schaffner & Marx. Boston: Houghton Mifflin Company, The Riverside Press.
Popper, K. (1980 [1962]). La lógica de la investigación científica. Madrid: Editorial Tecnos, S.A.
Morgado, A. & Pintado, J. (2001). Infrainversión versus Sobreinversión.