En primer lugar, diré que las finanzas es un marco conceptual y un conjunto de reglas de decisión enfocadas en agilizar la transferencia de dinero y rentar su uso. Algunos hablan de arte y ciencia de las finanzas, como es el caso de Gitman (2007)[1]. Sin embargo, Brealey, Meyers, & Allen (2010) indican que el administrador deberá resolver los conflictos de intereses, sobre todo si los participantes cuentan con diferentes niveles de información.
En las finanzas, como en la mayoría del pensamiento de las cosas sociales, no existen muchos acuerdos entre las diferentes escuelas de pensamiento. En lo concerniente al endeudamiento corporativo, el trabajo de Jensen y Smith (1984), se refiere a este hecho, cito textual: “la ciencia todavía no proporciona un marco satisfactorio para resolver todos los problemas que enfrenta el director financiero corporativo” (p.21). A juicio de Myers (2001) “Ninguna teoría ofrece una explicación general a la estrategia de financiamiento […]. El investigador puede encontrar los resultados estadísticos «compatible con» dos teorías.” (p.99).
La fundamentación está en los hechos que demuestran un conjunto de evidencias contradictorias en la determinación de la estructura de capital, como lo que expone Anderson (2002, p.19) cito textual: “Exploramos esta idea empíricamente mediante el estudio de dos conjuntos de datos de panel, una basada en empresas del Reino Unido y otros de la lista sobre la base de empresas belgas. Los resultados revelaron una asociación positiva entre el apalancamiento y la tenencia de activos líquidos, lo que corre en contra de estudios previos sobre la base de datos de Estados Unidos, que documentó una relación negativa entre el apalancamiento y la liquidez total de la empresa”. En Chile, los trabajos de Maquieira, C. et al (2007, p. 190), en busca de una evidencia empírica no son una excepción, cito textual: “Las pruebas presentadas muestran apoyo, aunque no tan grandes, a los siguientes determinantes: crecimiento, tamaño y clasificación industrial. Finalmente, no encuentra ninguna evidencia a favor de: escudos tributarios no relacionados con la deuda, volatilidad y unicidad”. Más adelante agrega que: “Nuestros resultados son contrarios a los hallados por Hernández y Walker (1993) y Antoine, A. et al (1996), quienes no encuentran respaldo a la teoría”.
Todas las teorías dan cuenta de una parte de las decisiones gerenciales y que al cabo se entrelazan y toman dominancia relativa según la empresa. Myers. (2002. p.3) dice: “que estos factores incluyen los costos de agencia, los impuestos, las diferencias en la información, y los efectos de las imperfecciones del mercado o las restricciones institucionales o reglamentarias. Cada factor puede ser dominante para algunas empresas o circunstancias particulares, sin embargo, carece de importancia en otros lugares”. Igualmente, estos factores poseen diferentes niveles de desarrollo o profundidad entre países (Dybvig & Zender, 1991), si comparamos los aspectos de información y regulación entre los países emergentes y alguno de los países de América del Norte. En este sentido, existen variados ejemplos convincentes que apoyan las principales teorías, pero no dan una respuesta fundamental a la teórica general de la estructura de capital óptima y la evidencia observada.
Aunque existe una amplia investigación en torno a este tema, no se dispone aún de una teoría general que resuelva la pregunta acerca de la estructura de capital óptima y menos, si la estructura de capital aporta a la creación de valor, lo que a partir del trabajo de Harris y Raviv (1991) ha comenzado a consensuarse, en este sentido Stewart Myers publica el año 2002, “Financing of Corporations”, donde manifiesta que “no existe una teoría universal de la estructura de capital y no hay razón para esperar una. Las teorías difieren en su relación y énfasis de los factores que podrían influir en la elección entre deuda y capital (p.3)” y más abajo agrega: “Al final de la jornada, alguna mezcla de todas las teorías puede ser necesarias para explicar la estructura de capital” (p.4).
En conclusión, a causa de las debilidades metodológicas, las teorías no son capaces de responder a las anomalías que enfrentan (Berlingeri. 2009, pp.311-374). Estas en definitiva y a la luz de la evidencia no cuentan con capacidad de predecir o establecer una explicación ex ante de las decisiones acerca de la estructura de capital necesaria para la creación de valor. No entregan criterios normativos ni positivos para el desempeño del director financiero corporativo. (Jensen y Smith, 1984).
[1] Gitman, L. (2007). Principios de Administración Financiera. 11va. Edición. Pearson Educación. México.
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