Me interesa conocer qué es la administración, de modo de establecer su origen y naturaleza. Para esto deberé tomar algunos acuerdos previos. En primer lugar, supondré que la administración es una actividad exclusivamente humana; en segundo lugar, y a partir de la anterior, la administración es una actividad racional, es decir, requiere de cierta dotación de pensamientos y actos; finalmente, en virtud de las dos anteriores, se establece que la administración es una actividad que tiene una meta, un fin. Que, si no hay una meta o un fin, no hay actos racionales y, por tanto, no hay administración.
Ahora, estos primeros aspectos permitirán acercarme a la esencia de la administración, de modo de distinguirla de otras actividades de manera bien clara y delimitada. Para esto, y teniendo en consideración que la administración es una actividad humana, debe desprenderse que, la actividad humana se caracteriza por producir actos y cosas; los primeros son del reino de la moral y los segundos son del reino del arte o la economía. Para este último caso, el artista tomará materiales y estética para producir una cosa, que es muy posible, otro artista ante iguales materiales y estética habría producido otra cosa, y eso no habría alterado la vida en sí. Pero como ya se ha acordado, la administración tiene como razón de ser modificar la vida en sí, mediante los objetivos que persigue. En cambio, la economía conlleva un aspecto que el arte no contiene, pues, la economía se traduce en consumo y en dinero, o bien, en inversión y dinero. Claro está entonces, que la administración, podría referirse a actos y cosas económicas, es decir, a aspectos referidos a la propiedad y el valor.
Ya aceptada esta idea, la discusión es acerca del origen y naturaleza de la administración. Es decir, ¿quién engendra los actos y producciones administrativas? y ¿cuál es la naturaleza de esos actos y producciones? La dificultad de esto es el método por utilizar. Sin embargo, para esto tomaré la recomendación de Aristóteles cuando dice: “Las cosas pueden ser notorias de dos maneras: o con relación a nosotros o de una manera absoluta. Quizás deberemos comenzar por las que son notorias a nosotros” (p.60). En este sentido, lo más notorio, está referido a los estudios realizados por el sociólogo alemán más connotado del siglo XX, a saber, Max Weber en su obra Economía y Sociedad editada en alemán en 1922, donde discute acerca de la administración como instrumento del poder[1], como también en los tipos de dominación y la disciplina[2].
He tomado este autor como puerta de entrada a la discusión de fondo, de modo de acercarme al estatus epistemológico de la administración en el siglo XXI. Para estos fines, examinaré conceptos fundamentales para la construcción del camino cientificista de la administración…, si es que es posible hacer ese camino.
Max Weber dice que: “Toda dominación se manifiesta y funciona en forma de administración” (p.1078) y más adelante agrega: “Toda dominación que pretenda la continuidad es hasta cierto punto una dominación secreta” (p.1083). La dominación es un caso especial de poder. Cabe destacar que la dominación no es solo una actividad humana, más bien, se encuentra en diferentes grupos de animales agresivamente organizados (Wilson, 1980) y representa una salvaguarda ante potenciales intrusos que potencialmente desafían al status de todos los miembros del grupo, los que actuarán violentamente en su contra. Los sociobiólogos entienden que la dominación conlleva ventaja a sus miembros, pues “dominar es tener prioridad de acceso a las necesidades vitales y de reproducción” (p.300). Para Foucault (1988) el problema de la dominación es una herramienta del poder, que no solo se expresa mediante dicha dominación, sino que también, en la modalidad de explotación y/o sumisión, las cuales se mezclan, con diferente intensidad dependiendo del momento histórico del sujeto y sus condiciones materiales. Las relaciones de poder se expresan en las relaciones de producción económicas. Para Weber, la dominación es un factor presente en el actuar en comunidad, dice que: “[…] la forma en que se ejerce, es en muchísimos casos lo único que permite convertir un actuar de una comunidad amorfo en una relación asociativa racional” (p.1072). Desde otra perspectiva, la estructura de dominación podría determinar unívocamente el actuar de una comunidad hacia un fin, la que se materializa de manera especial en las formas económicas de la sociedad. Aunque la dominación, presenta formas alejadas de los intereses económicos, podría una determinada acumulación de bienes constituirse como un medio para aumentar el poder.
Para Weber existen dos vertientes de la dominación: Primero, el control de los recursos económicos, militares y administrativos; y segundo, la cuestión de la legitimidad. Ambas aristas apuntan a un solo núcleo: la obediencia. Es por esta razón, la necesidad de disciplina y cuadros administrativos.
Para Weber la clase de legitimidad pretendida determinará el tipo de obediencia y de cuadro administrativo destinado a garantizarla, “como el carácter que toma el ejercicio de la dominación” (p.336). Esta legitimidad está basada en valores compartidos socialmente y representan un sistema de creencias que operan en el ámbito de la realidad social empírica. En cambio, la legalidad es un sistema de normas jurídicas con su propia lógica y ámbitos de validez en la esfera del deber ser[3]. Con todo, para Weber la legitimad debe considerarse como una probabilidad, o bien, una oportunidad proporcionada por la estructura social[4].
Weber centra su relación de disciplina y cuadros administrativos, sobre la base de tres tipos puros de «dominación legítima», aunque advierte, que es poco probable encontrarlos de manera semejante, más bien, es realista pensar en combinaciones, donde uno podría mantener un predominio, cito textual:
- “De carácter racional: que descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad (dominación legal).
- De carácter tradicional: que descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa tradición para ejercer la autoridad (dominación tradicional).
- De carácter carismático: que descansa en la entrega extraordinaria a la santidad, heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas (dominación carismática)” (p.338).
De lo anterior, no es mi interés ahondar en la idea de la dominación, sino más bien, cómo dan origen a la administración y cómo se configura la naturaleza de la misma. Además, no indagaré la relación con el tipo de disciplina ni de los cuadros administrativos de las dominaciones puras de carácter tradicional y de carácter carismático. Busco conocer la manera en que se constituye el sistema administrativo y sus procesos relevantes dentro de un sistema que opera en la economía, de modo de establecer con claridad el bien que producen. De este modo, dar el salto a la discusión de las causas.
En esta perspectiva, toda dominación requiere de un cuadro administrativo. Esta entidad puede estar ligada a la obediencia de su señor por diversos motivos, que según su naturaleza determinará el tipo de dominación. Su naturaleza puede ser con arreglo a valores o fines racionales. Cuando los vínculos del cuadro administrativo se forjan sobre la base de motivos materiales o racionales, la obediencia podría ser frágil, por eso es importante añadir motivos afectivos o racionales con arreglo a valores. Las actividades coloquiales y de costumbre que facilitan algunos menesteres entre el cuadro administrativo y el señor, no puede ser considerado como fundamento de la dominación. Lo fundamental es la legitimidad.
Una organización que obtiene legitimidad mediante la legalidad es la administración burocrática, la cual descansa en la idea que dicha administración “supone el cuidado racional de los intereses previstos por las ordenaciones de la asociación, dentro de los límites de normas jurídicas y según principios señalables que tienen la aprobación o por lo menos carecen de la desaprobación de las ordenaciones de la asociación” (p.341). Lo que plantea Weber en esta definición es que la administración tiene como objetivo realizar actuaciones previstas en un marco regulatorio bien establecido o por lo menos, no conflictuado o bien, legítimo. Sin embargo, el asunto clave al parecer, es el hecho que esta regulación es aprobada dentro del fenómeno de las ordenaciones de «la asociación». Para Weber «la asociación» es una relación social cuya función es emanar regulaciones limitadoras, de modo de asegurar determinadas conductas de hombres que mantengan el orden, ya sea este, un dirigente o bien, el cuadro administrativo, que también representa el poder. En este sentido, el dirigente y el cuadro de mando en las tareas directivas y en el contexto de «la asociación» tienen como función aplicar las reglas de ordenamiento, es decir, asegurar cierto orden que ejecuta el cuadro administrativo mediante la vigilancia.
Esta administración racional descansa en algunas ideas:
- Existe un derecho o contrato de asociación, ya sea, racional con arreglo a fines o racional con arreglo a valores, o bien, ambas.
- Existe derecho de aplicar determinadas reglas en casos concretos, las cuales fueron previamente establecidas.
- El que obedece lo hace porque es miembro de la asociación y solo obedece al derecho, no a un sujeto o funcionario, es decir, obedece a lo indicado en el contrato y en las reglas.
- El que obedece, no lo hace por el soberano, sino que su obediencia es en virtud de su competencia limitada, racional y objetiva.
Por otra parte, se establecen categorías:
- La conducta es respecto a la ley
- Las competencias son:
- Deberes respecto a la función
- Poder respecto a la función desarrollada
- Fijación estricta de los medios coactivos
- Aplicación del principio de jerarquía
- Reglas técnicas y normas
Con todo, podría establecer de manera notoria que la administración es un conjunto de reglas técnicas y normas, que buscan instaurar y mantener cierto ordenamiento establecido por al menos el cuadro administrativo, el cual aplica cierta dotación de recursos administrativos de manera racional y especializada. En este sentido, es posible afirmar que el origen de la administración es causa de ciertos intereses de dominación, sea, en una industria, en un mercado, o bien, en cierta comunidad en busca de asociaciones cooperativas para materializar un fin. Es decir, su origen es construir un esquema de dominación eficiente, cuya naturaleza es la alta especialización racional con arreglo a fines y a valores, de modo de legitimarla para que sus miembros obedezcan.
[1] Cito textual: “Poder significa la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad” (p.183). [2] Cito textual: “Por dominación debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas dadas; por disciplina debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia para un mandato por parte de un conjunto de personas que, en virtud de actitudes arraigadas, sea pronta, simple y automática” (p.184) [3] Cf. Nota del exegeta p.336 [4] Cf. Nota 30 en p.137